
El London Heat Map, una iniciativa interesante para la gestión energética urbana
Contabilizar consumos energéticos tiene algunos problemas:
– La electricidad es en muchos casos facilitada por varias compañías privadas, que no suelen divulgar datos detallados. El gas canalizado se puede ver afectado por la misma circunstancia. No obstante, son casos en los que es posible una cuantificación teóricamente hasta la puerta de la vivienda.
– Los combustibles son mucho más complejos, salvo en el caso de servicios a comunidades o grandes clientes. ¿Dónde contabilizar la gasolina de los coches, en la gasolinera, en la dirección de matriculación, en los tramos donde se consume realmente? ¿y las bombonas de gas que se pueden comprar en algunas gasolineras? ¿o la leña?
– La energía renovable puede generarse de forma dispersa; si se vierte a la red su contabilidad se complica (aunque puede entenderse en un balance global de la ciudad)
Y hay otro problema: la eficiencia. Lo importante no es sólo cuanta energía se consume, sino si ese consumo es eficiente. Los sistemas de calefacción de barrio tan utilizados en el norte de Europa comienzan como centrales aisladas, pero mejoran su eficiencia cuando van conectándose en redes, del mismo modo que una vivienda puede mejorar su eficiencia con el aislamiento. Por tanto, no es sólo importante cuanto se consumo, sino que beneficio se extrae.
El componente de energía del Green City Index de Siemens asignaba en 2009 a Oslo la mayor puntuación (8.71), mientras que Madrid estaba en el puesto 12 (5,52) de las 30 capitales europeas analizadas. Se trata de una puntuación basada en 3 parámetros cuantitativos: consumo energético (Gj per cápita), intensidad energética (Mj por unidad de PIB real), consumo de energía renovable (% del total); y un parámetro cualitativos sobre políticas de eficiencia y sostenibilidad energética