La irrupción del saneamiento moderno en el siglo XIX tuvo que ver en gran medida con la invención del retrete moderno. Este aparato presente unas innegables ventajas sanitarias, pero un cierto inconveniente: necesita un volumen de agua que, agregado a escala de grandes ciudades, puede ser relevante. Según el PLANYC de Nueva York, hace unos años el gobierno de esa ciudad se planteaba la construcción de un nuevo embalse para hacer frente a la demanda de agua: la alternativa finalmente adoptada fue un programa de renovación de retretes, con modelos que tenían depósitos de menor capacidad, eliminando la necesidad del embalse. Por otra parte, la evacuación de las aguas sucias requiere también una infraestructura costosa.
El problema es cuando no hay agua corriente, algo común en muchos países. La fundación Bill y Melinda Gates lanzó en 2011 el Reinvent the Toilet Challenge, un concurso para lograr un retrete sin necesidad de agua. Las bases del concurso exigían:
– Eliminar los patógenos y recuperar recursos como energía, agua limpia y nutrientes
– Operar sin necesidad de conexión a redes de agua, alcantarillado o electricidad
– Tener un coste de uso diario de menos de 5 céntimos de dólar
– Promover servicios de saneamiento sostenibles en entornos urbanos pobres
– Ser un producto atractivo y deseable en cualquier país.
El resultado han sido una serie de becas a diversas instituciones para el desarrollo de prototipos. Una magnífica idea para los países en desarrollo, una posibilidad de reducir infraestructuras e impactos ambientales en cualquier país.