Quienes no han vivido nunca en una ciudad portuaria suelen desconocer lo variable de su paisaje urbano. Un barco de cierto tamaño puede ser más largo y más alto que muchos edificios, y su perfil puede variar con la aparición de grandes masas de colores muy diferentes a los de la edificación. Pero no sólo los barcos son parte de este juego.
Los puertos suelen ser, como los cementerios, recintos cuya arquitectura funciona en otro universo. Si en aquellos se puede dar rienda suelta a estéticas que los gustos dominantes no permiten en la ciudad de los vivos, en los puertos la idea de lo utilitario se implanta de una manera muy directa y efectiva, tanto para los edificios como para el resto. Hay magníficos ejemplos de almacenes portuarios que son buena arquitectura, pero una gran mayoría son meras naves industriales de escaso interés, y con una sucesión de reformas y añadidos con mayor o menor fortuna. Cuando se pasa de los edificios a los artefactos móviles, especialmente en los puertos de carga, se entra en un mundo de vehículos, puentes y grúas que puede ser sorprendente.

La nueva grua (izquerda) y las previas, aún en funcionamiento)
Hace unos días, pasando junto al puerto de La Coruña, vi una de las nuevas grúas moviéndose. Hace pocas décadas las grúas con cabina de madera fueron sustituidas por nuevas grúas de acero de mayor tamaño, que al igual que las anteriores se desplazan por railes ferroviarios. Y hace algo más de una década han aparecido nuevas grúas, de un tamaño algo mayor, que se desplazan sobre neumáticos. El aspecto de estos artefactos desplazándose (a muy baja velocidad) recuerda un poco, para quien haya visto la película “Gru, Mi villano favorito”, al coche de Gru: alto, con un permanente aspecto de inestabilidad, y de juguete, en el fondo… pese a su enorme peso.

La cúpula protege algunos graneles del viento
Por otra parte, las instalaciones de carga de gráneles sólidos, cuya dispersión atmosférica puede provocar brotes alérgicos, tienen una presencia urbana clara.

El Aerial Lift Bridge de Duluth
Cuando los puertos han tenido la idea de colocarse en zonas transitadas suele aparecer la necesidad de puentes que, en ocasiones, deben asegurar difíciles compromisos. En Duluth existe un puente levadizo, conocido localmente como el Aerial Lift Bridge, que es una de las imágenes características de la ciudad. Creado para mantener el acceso a la península de Minnesota Point tras la apertura de un canal de navegación. Después de una etapa inicial como puente transbordador (como el de Portugalete en la ría de Bilbao) fue transformado a su actual disposición como puente de tráfico rodado con un tablero que se desplaza verticalmente. Por otra parte, como muchos de los puertos de esta zona de los grandes lagos, en los que el mineral de hierro es una de las cargas más frecuentes, los artefactos para el trasbordo del mismo desde los trenes hasta los barcos son impresionantes (basta ver el siguiente video de un puerto en Michigan http://www.youtube.com/watch?v=rzWwTOt39Es&list=PL7eOOJxsVrlgY0de0Osk7DTF8l2r9ksOb&feature=share&index=3); hay ejemplos similares (generalmente ya no en funcionamiento) en zonas españolas como Almería o Huelva.
En Brest existe igualmente un puente levadizo, el de Recouvrance, con una estructura más contemporánea. Es el primer centro francés de reparación naval, por lo que no es infrecuente ver una importante actividad con grandes barcos; siendo un puerto con una importante función militar, hay otros “juguetes”, pero no siempre pueden verse.

Vista de Puerto Montt, tomada de la página web de su puerto (empormontt.cl)
En Puerto Montt el puerto tiene un menor protagonismo de ese tipo de aparatos; hay que contentarse con ver al fondo los volcanes andinos (cosas así no se ven en los otros tres puertos…)
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