Imagínese una costa recortada y batida por las tormentas, en la que los naufragios, incluso de grandes petroleros, pueden ser relativamente corrientes. Un día, hay un naufragio que, por diversas circunstancias (con diverso nivel de coherencia), mucha gente entiende que colma el vaso. Eso es lo que ocurrió en Galicia en 2002 con el naufragio del petrolero Prestige. Como resultado de la cuestión, el Gobierno de España (competente para la realización de grandes puertos) decide dotar a La Coruña (b en la imagen superior) y a Ferrol (d) de dos grandes puertos exteriores (a y c). Se busca así reforzar la seguridad al alejar el manejo de sustancias peligrosas de los núcleos urbanos. Ampliar las infraestructuras portuarias es algo común, pero en este caso lleva a reflexiones sobre qué hacer con los muelles más centrales. Bilbao llevó muy lejos una operación de este tipo hace unos 10 años con el museo Guggenheim.
El nuevo Plan General coruñes prevé la trasformación de una parte importante de los muelles históricos en zonas residenciales. El término municipal es pequeño y bastante urbanizado, con lo que esta es una opción de crecimiento. Esto hace que el aspecto de polígono industrial que puede tener cualquier zona portuaria vaya a desaparecer del centro urbano, pero también abre nuevas cuestiones sobre el carácter del centro urbano y la ciudad, y su relación con el mar. Y otra cuestión es cuánto durará esta transformación en un contexto de crisis