Smart cities

Catalizadores del cambio (10) Maquinitas

En algún lugar al oeste de España: bajo los frutales en flor del pie de imagen se ven los tubos del gota a gota.

En algún lugar al oeste de España: bajo los frutales en flor del pie de imagen se ven los tubos del gota a gota.

Hora de ampliar el horizonte: cuando las fronteras entre urbano y rural se hacen más borrosas en términos de demandas sociales, al menos en Europa, algunas cosas tienen la capacidad de catalizar el cambio en ambas esferas.

Las legislaciones europeas (y no solo ellas, pero son las que me son más cercanas) instituyen unos derechos del ciudadano que no diferencian entre urbanos y rurales; la ciudadanía, pese a su etimología sesgada en este sentido, es una. Pero la fuerza de los hechos que ha impuesto hasta ahora la dificultad del transporte y la comunicación suponía diferencias en las aspiraciones de los habitantes de las zonas rurales, para los cuales el acceso a ciertas cosas era casi imposible, y se aceptaba. Durante las últimas décadas los habitantes de zonas rurales, primero con la motorización, luego con la televisión, y más recientemente con internet, han pasado a tener posibilidades mucho mayores de acceso a muchos servicios, pero también de hacerse una idea más precisa de la vida urbana. Sigue sin ser lo mismo vivir en un pueblo de 250 habitantes donde la media de edad es de 60 años que en una gran ciudad, pero ciertas cosas se entienden como derechos al mismo nivel en ambos lugares. Y los modos de consumo tienden a igualarse al mismo ritmo al que desciende la proporción de la población que vive en zonas rurales. Eso es un motor de cambio territorial, a veces para bien y a veces para mal.

Decir que el campo se tecnifica en busca de mejoras de rendimiento sólo es aceptable si se habla desde la perspectiva de los últimos milenios; la mejora del rendimiento ha sido siempre un objetivo del agricultor, pese a la visión más bucólica que puedan tener los habitantes urbanos. El ruido constate en lo “países desarrollados” sobre el concepto de ciudades inteligentes, llenas de sensores, parece hablar del futuro, pero está relativamente cerca de lo que se hace hoy en día en las zonas rurales con sistemas de irrigación sofisticados. Todos hemos visto los grandes círculos de los sistemas de riego por pivote, pero el riego por goteo, pese a que resulta menos impresionante desde el aire, supone una alta eficacia. Y la posibilidad de recogida mecanizada en algunos cultivos cambia muchas cosas.

Lo que está ocurriendo no es que los urbanos empiecen a interesarse por webs de maquinaria agrícola, sino que los rurales empiezan a intercambiar información sobre sus herramientas de trabajo de forma casi idéntica a la que emplea cualquier profesión urbana. Cuando los agricultores buscan la forma de manipular el ordenador de a bordo de sus cosechadoras, como señala un reciente artículo de Wired, algo está cambiando. No se aún si es puede influir sobre la arquitectura y el paisaje, o como, pero podría haber un impacto. Y esto no deja de ser un ensayo, reducido pero interesante, sobre lo que se nos viene encima con las Smart cities; gestionar el agua de riego y el consumo energético de su infraestructura es un objetivo limitado, pero muchas de las iniciativas Smart city que se venden van poco más allá de la gestión de un número limitado de servicios…

Cuántas viviendas hay en la ciudad?

Mucho que contar (barrio de Tetuan, en Madrid)

Mucho que contar (barrio de Tetuan, en Madrid)

Esta es una de las preguntas más difíciles. Como siempre, la respuestas absolutamente precisa es imposible, porque, aún en el caso de que no se construyan casi viviendas y las que hay se mantengan (como actualmente en España), siempre hay alguna obra en algún sitio que añade alguna que otra unidad, o alguna declaración de ruina o demolición.

Los censos de vivienda solían ser considerados precisos; no obstante, en la actualidad en muchos países (entre ellos España) se elaboran con una muestra representativa, no sobre la totalidad del parque residencial. Su elaboración se cruza con el catastro, un dato fiscal muy exhaustivo, pero que no siempre refleja lo que se esta buscando (un edificio de viviendas en alquiler puede ser fiscalmente un único bien aunque haya 100 unidades, o una plaza de aparcamiento o un trastero estar registrados como bien residencial).  En ocasiones, una vivienda es dividida en varias por el propietario sin que haya registro de esta circunstancia, aunque el hecho existe, y el caso contrario (agrupación) también puede darse.

Incluso en zonas de construcción reciente, en las que se controla el número de viviendas en los documentos de planeamiento, puede haber discordancias tanto al alza como a la baja: una consulta de dentista en un cuarto piso que debería ser una vivienda pero de hecho no lo es, o una primera planta destinada en el plan a oficinas pero en la que de hecho vive alguien… de nuevo, la diferencia entre el mundo de las normas y los hechos reales…

Como en el resto de ejemplos vistos esta semana, siempre es posible contar con un número; lo que hay que tener es una idea de donde viene ese número, para poder interpretarlo correctamente en relación con otros y poderle dar una aplicación operativa. Un número aislado difícilmente dice gran cosa…

Cuantos turistas hay hoy aquí?

Contar sombrillas en la playa no es una metodología contrastada...

Contar sombrillas en la playa no es una metodología contrastada…

La pregunta tiene un poco de trampa: estadísticamente, en España un turista se define como una persona que se desplaza de su domicilio habitual a otro punto geográfico, está ausente de su residencia habitual más de 24 horas, y pernocta en otro punto geográfico. Es decir, una excursión de día a 50 km para comer cordero y volver a casa a dormir la siesta no es, técnicamente, turismo (aunque suele asociarse incluso a veces por los profesionales).

Pero ir a visitar a la abuela al pueblo durante unos días si que podría ser turismo (aunque no se gaste un euro fuera de su casa).

Recuerdo que un antiguo concejal del Ayuntamiento de Barcelona, hoy alto ejecutivo de una empresa turística, contaba que a principios de la década de 1990 estaban intrigados; por la calles de Barcelona no paraban de verse turistas japoneses, pero en los hoteles no había registro de ellos. Por lo visto, el Ayuntamiento hizo una cierta labor detectivesca siguiendo a lo largo del día a varios grupos de turistas japoneses para averiguar que pasaba, y descubrieron que en realidad los traían y llevaban de vuelta desde el sur de Francia, donde pernoctaban (y por tanto dejaban una parte esencial de su gasto turístico). Desde entonces Barcelona hizo todo lo posible por potenciar el turismo asiático con pernoctación, y hoy en día es el aeropuerto español mejor conectado con Asia.

Por tanto, como en otras cosas, conocer el número exacto de turistas, y sus patrones de gasto, es siempre complicado y siempre se escapará algo (en todas partes hay abuelas, o amigos que te dejan el apartamento…), pero se intenta. Una metodología común es tomar, para un periodo dado, el número de camas abiertas al público de los hoteles y otros establecimientos alojativos, y multiplicarlo por la tasa de ocupación. Esto deja fuera a la “oferta no reglada” (abuelas y amigos, o alquiler de viviendas por particulares), pero da una aproximación.  El gasto turístico (que tiene otros problemas de cuantificación) es un parámetro más interesante a veces.

Cuanta gente vive en la ciudad?

Callao- gente

Esta es una de las preguntas más difíciles si se quiere precisión. De hecho, es casi imposible (y no demasiado útil) una respuesta absolutamente precisa:

–          El número real de habitantes cambia cada día en una gran ciudad, porque siempre hay alguien que entra o sale. La utilidad estadística de saber que este fin de semana llegarán a la 138 (no 137, ni 139) universitarios para estar con su familia y volver el lunes a su ciudad de estudios es más que relativa…

–          Los registros oficiales (censos, padrones) se publican para una fecha fija, en el mejor de los casos, de cada año. Luego dejan de estar actualizados al día siguiente.

–          El número real de personas que residen en una ciudad puede estar condicionado por las ventajas administrativas. Por ejemplo, cuando residir en una ciudad puede permitir acceder a una plaza de aparcamiento para residentes, o a un colegio para los niños, no es extraño que una familia se cambie a una nueva vivienda en un municipio periférico pero siga registrada en la ciudad central. Puede ser un fraude, pero lo cierto es que es difícil de detectar y corregir (un municipio central, como todos, recibe transferencias públicas en función de su población, y los municipios periféricos obtienen más beneficios por construcción o consumo).

–          Incluso, aunque no haya trampas, en zonas metropolitanas la realidad es más compleja que los números municipales.

Adicionalmente, a partir de cierto punto saber el número absolutamente preciso de residentes tiene una utilidad marginal; los consumos de recursos por los habitantes (agua, electricidad, transporte…) no sólo dependen del número de habitantes, sino del patrón de consumo individual de cada uno, algo más difícil de conocer y aún más de prever, y ahí pueden ayudar los datos sistematizados de consumos recientes.

Es importante tener un número de habitantes de referencia lo más aproximado posible, pero es tanto o más relevante que el número total el conocimiento de las características de esta población. Por ejemplo, el cálculo de las necesidades de plazas escolares depende más del número de niños en edad de escolarización obligatoria (variable, pero relativamente poco a lo largo de un año escolar) que de la población total, y lo mismo cabe decir de otros parámetros. De nuevo el problema de los datos falseados por los habitantes para beneficiarse de ventajas, y por tanto, de nuevo la mayor relevancia del dato final (niños matriculados en las escuelas) que del dato oficial de población.

Cuanta energía se consume en la ciudad

El London Heat Map, una iniciativa interesante para la gestión energética urbana

Contabilizar consumos energéticos tiene algunos problemas:

–          La electricidad es en muchos casos facilitada por varias compañías privadas, que no suelen divulgar datos detallados. El gas canalizado se puede ver afectado por la misma circunstancia. No obstante, son casos en los que es posible una cuantificación teóricamente hasta la puerta de la vivienda.

–          Los combustibles son mucho más complejos, salvo en el caso de servicios a comunidades o grandes clientes. ¿Dónde contabilizar la gasolina de los coches, en la gasolinera, en la dirección de matriculación, en los tramos donde se consume realmente? ¿y las bombonas de gas que se pueden comprar en algunas gasolineras? ¿o la leña?

–          La energía renovable puede generarse de forma dispersa; si se vierte a la red su contabilidad se complica (aunque puede entenderse en un balance global de la ciudad)

Y hay otro problema: la eficiencia. Lo importante no es sólo cuanta energía se consume, sino si ese consumo es eficiente. Los sistemas de calefacción de barrio tan utilizados en el norte de Europa comienzan como centrales aisladas, pero mejoran su eficiencia cuando van conectándose en redes, del mismo modo que una vivienda puede mejorar su eficiencia con el aislamiento. Por tanto, no es sólo importante cuanto se consumo, sino que beneficio se extrae.

El componente de energía del Green City Index de Siemens asignaba en 2009 a Oslo la mayor puntuación (8.71), mientras que Madrid estaba en el puesto 12 (5,52) de las 30 capitales europeas analizadas. Se trata de una puntuación basada en 3 parámetros cuantitativos: consumo energético (Gj per cápita), intensidad energética (Mj por unidad de PIB real), consumo de energía renovable (% del total); y un parámetro cualitativos sobre políticas de eficiencia y sostenibilidad energética

Cuantos coches se mueven en la ciudad?

London congestion charge

¿Porqué contar los coches que se mueven por la ciudad? porque así se pueden dimensionar los viarios, ya sea para ampliarlos o para mantenerlos en una dimensión que no aumente la congestión por el efecto de llamada que suele tener cualquier ampliación. Para ello se suelen utilizar aforos sobre un número limitado de calles estructurantes, que concentran la mayor parte del tráfico, sin que se consideren importantes los tráficos en las de carácter secundario.

Pero también puede haber un incentivo mayor: para cobrar por el uso del espacio público, un recurso escaso, y de este modo subvencionar el transporte público. Esta es la política de Londres, con su Congestion Charge desde 2003. El sistema funciona de 7 de la mañana a 6 de la tarde de lunes a viernes, y no se cobra en ciertos días festivos. Hay un descuento del 90% a los residentes. El sistema se basa en 197 cámaras dispuestas en todas las calles del perímetro de la zona, que incluye un reconocimiento de matrículas que permite la emisión de facturas y multas; dado que los vehículos son objetos de un tamaño importante y se mueven con reglas más predecibles, aquí las cámaras son más fiables que para contar peatones. Hay sistemas similares en Oslo y Singapur, y pese a los problemas que malograron una iniciativa parecida en Nueva York, en San Francisco se plantea un proyecto del mismo tipo.

El sistema ha reducido en torno a un 30% los vehículos que acceden al centro, según datos de Transport for London. La empresa sabe cada día a cuantos vehículos factura, y los resultados se publican mensualmente en http://data.london.gov.uk/datastore/package/vehicles-entering-c-charge-zone-month. La fuerte bajada de usuarios a partir de 2011 se debe a la retirada del peaje de una zona al oeste.

 

camaras congestion london

Como contar peatones

Peatones en la calle Preciados de Madrid

Peatones en la calle Preciados de Madrid

En general existen datos disponibles sobre flujos de vehículos, pero no sobre peatones (ni sobre bicicletas, aunque ese es otro tema). Eso no quiere decir que no haya métodos de contabilidad, sino que sólo se aplican en determinados casos. Hay múltiples sistemas (sin ánimo de resultar exhaustivo), cada uno con sus virtudes y defectos, y además sus tecnologías evolucionan a gran velocidad:

  • Poner a alguien a contar los peatones. Es un método relativamente primitivo, que no requiere personal formado, aunque si fiable; un contador mecánico ayuda mucho. Además, una persona reconoce más fácilmente que una máquina cualquier característica del peaton (sexo, edad…).
  • Contar sobre un video. Es un método que tiene problemas, especialmente con mal tiempo o de noche. Se desarrollan algoritmos de conteo por reconocimiento de imagen que no siempre son precisos. La supervisión humana puede ayudar
  • Sensores laser. Evitan los problemas de mal tiempo, permiten discriminar la velocidad de las personas y de otros elementos sobre el espacio público, pero tienen alcance limitado, y no discriminan a una persona en un grupo.
  • Sensores infrarrojos, especialmente en interiores, que eliminan algunos de los problemas del video.

Además, hay problemas de método:

  • ¿Cuándo y cuanto contar? ¿una vez al año? ¿una vez al mes? ¿ciertos días de la semana? ¿en continuo?.
  • ¿Dónde contabilizar los peatones? En redes de tráfico se suele utilizar un alto número de puntos de aforo caracterizando redes urbanas completas, pero las experiencias de contabilidad de peatones suelen ser sobre áreas más acotadas.

Es por tanto complicado contar con datos de esta naturaleza, y es aún más complicado que estos abarquen el conjunto de una ciudad. Pero existen experiencias, incluso de conteo continuo, en centros y zonas comerciales, para contar con datos que permitan adaptarse a comportamientos de compra.

La cuestión es relevante cuando muchas ciudades quieren fomentar la movilidad no motorizada, y necesitarán priorizar las inversiones; aunque en general es relativamente claro cuáles son las calles más transitadas, entender su funcionamiento en red no siempre lo es tanto. También es importante en ciudades en las que la recuperación de espacio para el peatón en la calle a costa de la calzada rodada es una prioridad.

Biblio (42) 192021

19-20-21

192021 es el nombre de una iniciativa de estandarización de la información sobre ciudades guiada desde la conocida web TED, la empresa ESRI y @radical.media, utilizando como base las 19 ciudades del mundo que tendrán 20 millones de habitantes en el siglo 21.

A lo largo de 5 años se pretende estudiar los efectos del crecimiento de la población urbana sobre las ciudades, los negocios y los consumidores, a través de temas como la salud, la educación, el transporte, la demografía, la energía, los patrones de crecimiento…

En realidad, accediendo a la página (al menos era así el 18 de mayo de 2013) no se puede ver más que una corta presentación, ambiciosa pero sin detalle. Imagino, por la fecha en que se publicó, que es posible que de hecho se esté trabajando en esa obra de cinco años. En todo caso, sirve para introducir un tema del que se habla mucho desde hace algún tiempo: el concepto de Smart City o Ciudad Inteligente. Más allá de que sea una magnífica plataforma para que los vendedores de aparatos tecnológicos intenten ampliar sus mercados, existe un fondo interesante en la idea: si sabemos más sobre lo que ocurre en las ciudades, posiblemente podremos hacer que funcionen mejor.

Esto plantea varias cuestiones:

  • ¿Qué información es pertinente y cual no? En ocasiones, la información obtenida no tiene un claro valor para la toma de decisiones, aunque lo cierto es que en ocasiones el valor de un dato sólo se sabe cuando se cuenta con el y no antes.
  • ¿Para quién ha de ser útil esa información? Esta claro que puede ser util para empresas, pero si es obtenida con medios públicos debería servir a los ciudadanos y su calidad de vida (la idea de democracia está en parte ahí escondida). El hecho de que en la ciudad coexistan personas e intereses muy diversos hace que sea difícil saber para quien es útil determinada información.
  • ¿Qué permitirá esa información? Probablemente, una gestión cotidiana mejor. La idea de smart city parte de la gestión, y habrá que ver de que modo el instrumento acaba definiendo su propia función. Pero no puede servir para definir un gran modelo del todo que permita previsiones precisas a largo plazo (los cisnes negros de Nassim Taleb…).

La cuestión de los grandes conjuntos de datos (y la smart city ciertamente lo es) tiene siempre el límite de la alucinación de los números. Siempre existe el riesgo que tan bien describe Celine en la escena de la llegada a Nueva York del “Viaje al Fin de la Noche”…Como expondré a lo largo de la semana, la precisión de los datos en un conjunto completo como una gran ciudad es un blanco móvil, casi imposible de alcanzar, lo cual no impide la acción, pero si hace necesario actuar con las cautelas adecuadas (algo que seguro que los chicos de 192021 tienen en mente).

Smart Cities Meeting Point 2012 Tarragona

Momentos antes de pasar a escena…

Acabo de regresar del Smart Cities Meeting Point 2012 Tarragona, un interesante encuentro en el que he tratado de aportar la visión desde el urbanismo sobre un movimiento que parece llamado a modificar la forma en que conocemos y gestionamos las ciudades.

Panel informativo sobre el uso sostenible del agua en el parque anexo a la Tabacalera, el lugar donde ha tenido lugar el encuentro