La región de París (Île-de-France en su denominación habitual en Francia) es uno de los territorios con mayor tradición de planificación territorial del mundo. Por ello es un magnífico ejemplo de lo que suponen tanto los aciertos como los errores de la planificación, tanto a corto como a largo plazo.
En 1908 el parlamento francés registra un proyecto de Ley de André Siegfried de 1908 sobre la cuestión, que no llega a culminar su tramitación. En 1919 se convoca un concurso para la extensión de París que no alcanza a materializarse al ser más un conjunto de propuestas arquitectónicas que una reflexión urbanística real.
La Ley Sarraut del 15 de marzo de 1928, destinada a abordar el problema de las parcelaciones problemáticas (creadas en gran medida por los refugiados de la primera guerra mundial) , es una aproximación a una visión metropolitana. El 24 de marzo se crea el Comité Superior de Ordenación y Organización de la Región de París (CSAORP), como instrumento de reflexión; se busca definir un “régimen de excepción” para una región “gangrenada por el cáncer de los tugurios”, encargándose la preparación de un plan al urbanista Henri Prost y al Director General de los Ferrocarriles Raoul Dautry. Tras un estudio de la situación, Prost propone vertebrar el ámbito con autopistas y carreteras nacionales, y propone dos zonas. La primera comprende los territorios a menos de media hora de París en tren, donde están la mayoría de las parcelaciones problemáticas y hay una mayor urgencia de intervención; la segunda zona, exterior, se vería sometida a una prohibición de implantaciones industriales para controlar el asentamiento de la población. La propuesta plantea la protección de los bosques existentes.
El 14 de mayo de 1932 se promulga la ley sobre la ordenación de la “Región Parisina”, un territorio definido teniendo en cuenta la media hora de transporte definida por Prost. En 1934 se acaban los trabajos de redacción del Plan de Prost, que se aprueba en 1939 y, por tanto (en ese año comienza la segunda guerra mundial) no llega a aplicarse. Aunque el New York Regional Plan de 1929 suele presentarse como el primer Plan Regional moderno, debe recordarse que surge de una asociación privada y no tiene carácter vinculante, mientras que el Plan de París de 1939 era un documento legal.
En 1960, bajo el Presidente Charles de Gaulle, se crea el Institut d’Aménagement et d’Urbanisme de la Région Parisienne (IAURP, en 2012 IAU), bajo la dirección de Paul Delouvrier. En 1965 se aprueba el Schéma Directeur de la Région Parisienne, el primer plan que llega a ser operativo, y al que se deben la mayoría de los elementos estructurantes actuales en materia de movilidad, nuevas ciudades y equipamientos. En 1994 se aprueba un documento de revisión con menor carga innovadora, tanto porque el Instituto ha alcanzado una madurez y una continuidad en el trabajo sobre la región que hace que gran parte de las medidas ya estuvieran en marcha como por un contexto económico mucho menos propicio.
La ley 95-115, de 4 de febrero de 1995, otorga la competencia en materia de planificación territorial a la región de París; deja de ser un asunto de estado para pasar a ser una cuestión más cercana a los administrados. El proceso de revisión del esquema director, iniciado por el Consejo Regional en 2004, se ve acompañado en paralelo por cambios en la política del estado sobre sostenibilidad y la Ley 2010-597, de 3 de junio de 2010, sobre el Gran París, una iniciativa del Presidente Nicolás Sarkozy; el Consejo de Estado decide que la aprobación de la revisión por el Consejo Regional en 2008 debe ser sometida a nueva exposición pública para tener en cuenta estas circunstancias (hay quien ha formulado discretamente observaciones sobre lo inconveniente para el proyecto de la diferencia de color político entre los gobiernos regional y nacional en aquel momento…). Por tanto, en octubre de 2012 se presenta un nuevo documento que tiene en cuenta estas circunstancias.
El SDRIF de octubre de 2012 busca favorecer una transición social, económica y ambiental de la región (desde planteamientos de desarrollo sostenible en sus tres vertientes económica, social y ambiental y con una visión que integra el cambio climático), y se articula en torno a las siguientes ideas:
1- Mejorar la vida cotidiana de los ciudadanos
Se plantea la construcción de 70.000 viviendas anuales y mejorar el parque residencial existente para resolver la crisis de la vivienda (aunque hay críticas que argumentan que el problema no es de falta de viviendas, sino de falta de encuentro entre oferta y demanda). Otro objetivo es la creación de 28.000 empleos anuales, mejorando la combinación sobre el territorio de vivienda y empleo. La garantía de acceso a los equipamientos, un sistema de transporte menos dependiente del automóvil (se propone una importante potenciación del transporte público, especialmente mallando la periferia próxima a París, y un avance hacia una mayor utilización multimodal de las grandes vías de transporte) y la mejora del espacio urbano y su entorno natural son también objetivos
2- Consolidar el funcionamiento metropolitano
Las propuestas se orientan hacia una reactivación económica, la capacidad de creación de renta de un sistema de transporte eficaz y la gestión sostenible del ecosistema natural. Resulta llamativo que no se aborde la cuestión de la trama administrativa local, con un gran número de municipios de pequeño tamaño, pero debe tenerse en cuenta que está en curso un proceso de discusión en paralelo sobre la cuestión.
3- Identificar los territorios de interés metropolitano
Se identifican 14 territorios de proyecto, empezando por París como corazón metropolitano.
En conjunto, un documento interesante, y en el que pueden verse reflejadas muchas de las cuestiones que afectan a gran parte de las metrópolis mundiales.