Durante mi estancia en Bélgica conocí a un estudiante de arquitectura italiano de Verona, que había estudiado antes en la escuela de Venecia. Cada vez que le contaba ese detalle a alguien, sus interlocutores solían decir «¡oh, Venecia, que belleza, perderse por sus callejones y canales…!», a lo cual el solía replicar «pues si, lo de perderse en Venecia es fácil, y ¡no tiene gracia cuando vuelves a casa por la noche con la comida…!»
Decir que Venecia es una singularidad urbana es una obviedad. Lo que se ve menos como turista son los pequeños problemas que esta singularidad plantea a los habitantes… No hay muchas calles, sino más bien canales –> hay muy pocos locales en planta baja que puedan albergar comercios, que son poco numerosos salvo en un número reducido de itinerarios. Estos itinerarios, a su vez, son recorridos por una ingente masa de turistas, que dejan mucho más dinero que un prosaico ciudadano que quiera comprar lechugas. No se si la situación ha cambiado, pero hace poco un supermercado normal era casi imposible de encontrar, y los mercados callejeros eran prácticamente la única alternativa para la compra de alimentación. Para la ropa, o cualquier otra cuestión susceptible de venderse a un turista, los precios estaban fuera de lo normal…
La ciudad merece un viaje; la visité en enero de 2007 y fue fantástico. Pero si debiera vivir en Venecia me asaltaría la duda sobre si residir en las islas o en tierra firme (las islas son tan interesantes…)