Una plaza mayor, de unos 12.000 m2, construida por un rey poderoso hace unos siglos; el donde no importa mucho, el porqué es obvio, y en el cómo está la cuestión.
El rey era muy poderoso y proyectaba ese poder incluso más allá de los mares; pero no era tan poderoso como imponer férreamente su voluntad a los habitantes de la ciudad donde estaba su corte. Hizo lo que tantos monarcas de la época: impuso una geometría regular para la plaza, pero esa regularidad no afectaba en gran medida a lo que pasaba en el entorno. Esa transición entre regularidad e irregularidad se resuelve mediante una fachada uniforme en ritmos de huecos y a través de un soportal en planta baja.
Y ahora, como tantas otras de Europa, la plaza es un atractivo turístico. El truco de la regularidad sigue funcionando aún en cierta forma. Las tiendas y los restaurantes y cafés son ahora lo esencial en planta baja, y las plantas superiores son viviendas. Es un espacio atractivo, en parte por el contraste de esta regularidad con el entorno, pese a un pavimento más bien duro.

Planta baja. 1: soportal, 2: tiendas, 3: restaurantes y cafeterías, 4: almacenes, 5: administración pública
Los datos sobre los usos de los locales no son exactos, pero muestran lo esencial.