Paris (16) Riberas del Sena

Junto al Museo de Orsay

Junto al Museo de Orsay

El Ayuntamiento de París ha decidido cerrar al tráfico parte de los muelles del Sena acondicionados para este uso a lo largo de la segunda mitad del siglo XX. Esto se inscribe en el marco de una política de limitación de la utilización del automóvil movida por exigencias europeas sobre calidad del aire  y una lucha contra la congestión circulatoria que fue defendida por las dos principales candidaturas a las recientes elecciones municipales. La solución de París ha sido diametralmente opuesta a la de Madrid para un problema en apariencia similar.

Madrid enterró la autopista y acondicionó con un nuevo diseño paisajístico los espacios públicos, mucho más extensos que los de París. París no ha sustituido la capacidad de tráfico retirada, y no se ha levantado el asfalto: se entiende como una plataforma en la que pueden ocurrir diversos usos, un plató de televisión  casi. El coste es menor, y el uso más flexible Cabe preguntarse si esta es una transformación más o menos ambiciosa, pero es probablemente más sostenible.

Un proyecto como el de Madrid hubiera sido mucho más complejo, entre otras cosas porque la sección transversal en París mantiene los muros de los muelles tradicionales (cumplen una función contra inundaciones que es esencia, un problema que en Madrid resuelve un embalse preexistente en cabecera), y en la parte alta siguen pasando calles de circulación rodada convencionales.

Hay también una dimensión histórica, de cómo los “injertos” urbanos acaban conformando su entorno. Tanto en París como en Madrid la construcción de las autopistas fluviales se produce cuando ya hay ciudad a ambos lados; pero en París el centro histórico rodea el corredor, mientras que en Madrid las orillas del río eran recientes y de escasa calidad urbana, por lo que la autopista se implanta con mayor amplitud y de forma más salvaje en su día. En Madrid la autopista era la calle a la que daban los portales de las viviendas, y que dejara de ser visible significaba una reducción importante de ruido; en París los coches siguen circulando por los muelles altos.

Es una elección entre modelos cerrados (y caros), pero que muestran una voluntad de transformación importante (y también de compromiso contentando al electorado pro-automovil…), y modelos más flexibles ante un conjunto de problemas más complejo, tanto por la presencia de patrimonio histórico en las inmediaciones como el riesgo de inundación, mediante aproximaciones graduales.

En todo caso, conservar el asfalto (tal y como se ha hecho en París)  no me parece una mala solución. Puede que bajo los adoquines esté la playa, pero sobre el asfalto todo puede ocurrir igualmente.

Un espacio de juegos

Un espacio de juegos

Entre Concordia y el puente de Alejandro III

Entre Concordia y el puente de Alejandro III

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