Suele gustarme que los mapas cuenten una historia en la que se puedan ver las relaciones de escala. Y la noticia de esta semana (sonando de fondo el himno a la alegría, con la bandera de las doce estrellas) tiene que ver un poco con eso. Más allá de las distancias de millones de kilómetros, lo sorprendente es ver lo minúsculo que es el cometa (se podría ir andando de un extremo a otro en una hora, siempre que lo de andar tuviera sentido sin gravedad…), o lo que ocupa en relación con una gran ciudad. La imagen es de la Agencia Espacial Europea, y da una idea de que la capacidad del ser humano para transformar el planeta ya alcanza escalas geológicas, incluso interplanetarias (si desde aquí podemos ver el cometa suficientemente bien como para alcanzarlo, desde el cometa posiblemente podría diferenciarse París…)