
Un lugar que conozco bien, visto desde Landsat
Definir un programa ayuda a hacer más fácil lo complejo. Naciones Unidas ha declarado a 2015 año internacional de la luz y las tecnologías basadas en la luz, y año internacional de los suelos. A priori parecen puntos de partida más propicios para un blog como este que 2016 (año internacional de las leguminosas y de los camélidos, lo que nos llevaría a la tipología de los serrallos, lo que me resulta algo lejano), aunque nunca se sabe… No obstante, me parece mejor elegir un tema más centrado en lo que se refiere al medio urbano construido. Y concretamente, a un tema que por transversal respecto a la mayoría de los trabajos que veo recientemente, me parece central: el grano de la ciudad.
No hablo aquí del grano “agronómico”, sino de las diferentes cualidades que cada escala de aproximación puede revelar sobre la ciudad o el territorio. Mandelbrot tradujo un pensamiento similar a través de la teoría de los fractales, como la presencia de cualidades visuales (aunque era matemático, parece que dio siempre un papel relevante a las representaciones visuales de conceptos abstractos, como en este caso las estructuras subyacentes en los datos) que parecen similares a escalas diferentes.
El grano de la ciudad puede ser físico (un casco histórico suele tener más detalle en muchos sentidos) o inmaterial, ligado a los flujos y relaciones sociales y económicas; los espacios de mayor interés son aquellos en los que ambas cualidades de detalle confluyen.
El grano plantea esencialmente dos cuestiones:
- La capacidad de los instrumentos que utilizamos para representar la ciudad o el territorio para contarnos una complejidad determinada.
- La presencia (o no) de complejidad en el territorio, en uno u otro sentido.
A lo largo de este año, junto con otras cuestiones de carácter más circunstancial, esta será la base argumental del blog. Como siempre, se aceptan sugerencias.