¿Cuál es la mayor ciudad del mundo? Es algo difícil de saber; ponga usted a cinco geógrafos de diferentes países delante de un mismo territorio, y probablemente delimitarán sus zonas de forma diferente y ajustada a su criterio. Es difícil saber si la mayor ciudad del mundo es Tokio, o México, o Delhi, porque en primer lugar habría que definir con precisión que entendemos por una ciudad de esas escalas (siempre hay un derecho a cuestionar los criterios ONU). Lo que parece claro es que la mayor ciudad (quiera eso decir lo que quiera decir) en la que se habla este idioma es México. Como en otras ocasiones, de nuevo una ciudad cuyas calles nunca he pisado, por desgracia (y por tanto, agradeceré cualquier comentario, especialmente de mis lectores mexicanos). Vista desde España, surgen varias sensaciones: curiosidad por un país culturalmente complejo, cautela ante una imagen de violencia y desigualdad, asombro ante las dimensiones de los problemas, e interés por una sociedad que a juzgar por internet parece que se está moviendo. Para echar un vistazo, hay un conjunto de archivos de manzanas del INEGI con datos asociados que me han llevado a plantearme, desde esta distancia geográfica y cultural, algunas preguntas.
La primera imagen muestra la mayor parte de las manzanas de lo que cabría entender como la ciudad (más o menos) continua. El color azul corresponde a manzanas ubicadas en el Estado de México, mientras que el rojo a las del Distrito Federal; los degradados de colores representan habitantes por manzana. La escala gráfica da una idea de las magnitudes espaciales de las que se está hablando, para una metrópolis que contaba en 2010, según el INEGI, con unos 20 millones de habitantes.
La segunda imagen muestra la zona central simbólica de la ciudad; las cruces azules están ubicadas cada 500 metros en las dos direcciones. En esta zona están la plaza del Zócalo (1), la Catedral (2), la Torre Latinoamericana (3), el Palacio de Bellas Artes (4) y el Paseo de la Reforma (5). Los tonos de rojo son proporcionales a los habitantes de la manzana, indicados sobre la misma. Es llamativo que en esta zona, con 220 manzanas, hay apenas 68.000 habitantes, sobre unos 4,5 km2, una densidad (150 habitantes por hectárea) que a priori parece muy baja para el centro de esta ciudad; el dato parece dar cuenta de un proceso de tercerización, pero no del envejecimiento demográfico de otros centros urbanos (ver las imágenes siguientes). El impacto a medio plazo de medidas recientes como la peatonalización de Madero, positiva en términos de movilidad y de seguridad, debería ser positivo, pero está por confirmar en cuanto a la demografía local.
Estos datos plantean una pregunta, parafraseando a Jane Jacobs: ¿acaso no hay ojos sobre la calle en el corazón de la megaciudad?