¿Puede hablarse de Móstoles sin referirse a Madrid? ¿O de Colonia del Sacramento sin hablar de Buenos Aires? Trataré de hablar de Mestre (donde no hice ninguna foto) sin mencionar a la referencia que está al otro lado del agua (donde hice 339 fotos en 4 días).
Puedo contar Mestre de varias formas (no estoy necesariamente orgulloso de ello): un sitio al que llegar desde un aeropuerto para coger un tren cada mañana y volver a dormir por la noche. O un puerto en el que nunca vi los barcos. O ese sitio en el que al volver cada noche pensaba “aquí al menos no hay que arrastrar una maleta por callejones mal iluminados y en un estado sólo medio bueno”. La más sencilla sería pensar en que Mestre es una muestra de ese 95% del territorio europeo en el que vivimos, pero que no nos emociona en gran manera, aunque puede sernos práctico (a veces, como aquí, mucho más que el otro 5%, que es la razón por la que todos pasamos por Mestre).
Y lo mejor de todo es que, una vez fuera de allí, lees y llegas a la conclusión de que, en otras circunstancias, hasta sería una ciudad medianamente interesante. Pero no se puede ser la puerta de entrada a Venecia y salir indemne…