
Tokio es sólo una de las muchísimas ciudades que nunca he pisado. Pero dicen que es la más grande, y es la capital de un país relevante en más de un sentido.
Japón es, visto desde España, un país muy diferente (y probablemente lo mismo ocurre al contrario). Pero pese a todo, es llamativo ver las similitudes. Una historia convulsa a lo largo del siglo XX, con fuertes conflictos y guerras, y un crecimiento urbano muy rápido, pueden describir tanto a Madrid o Barcelona como a Tokio. Lo más interesante es ver, como indica el artículo de Okata y Murayama “Tokyo’s Urban Growth, Urban Form and Sustainability”, que Tokio crece durante el siglo XX en gran medida sin plan; o, para ser más exacto, parece que hay dos planes, del mismo modo que en muchas ciudades españolas.
Cuanto hablo de dos planes no me refiero a documentos explícitos, sino más bien a dos niveles de realidad. Cerdá en Barcelona o Castro en Madrid diseñan en 1860 ensanches formales que tardan un siglo en completarse; pero esa tardanza viene en parte de que, en paralelo a ese diseño ordenado que se convierte en el lugar ideal para la población con más recursos, los que por otras causas (sobre todo falta de dinero) no pueden residir ahí van a otros lugares, menos ordenados pero más baratos, que forman arrabales que, en su estado inicial, no eran muy diferentes de una favela carioca actual. El contraste de geometrías es claro, y subsiste hoy en día pese a que se trata de zonas con todos los servicios urbanos y condiciones normales de vida.
En Tokio, como dicen Okata y Murayama, gran parte del crecimiento del siglo XX ocurre a lo largo de las vías del tren y según patrones de ocupación de la trama rural previa muy poco regulados. No parece que existiera algo equivalente al ensanche decimonónico, y en todo caso, aunque hay un centro urbano, este se ha visto afectado el gran terremoto de 1923 y por la guerra. Existe una geometría poderosa, pero es la de ríos, canales, ferrocarriles y autopistas, y la de un puerto que se expande por la bahía; ese es el plan implicito de Tokio.
El orden en Tokio parece más la posibilidad de que cada cosa se pueda relacionar de forma razonable con su entorno que una cualidad explícita en el plano; vecindad frente a diseño. En Madrid, París o Barcelona se intentó la opción del proyecto urbano en el siglo XIX, pero lo cierto es que no se ha logrado darle continuidad a esa idea de regularidad geométrica. Si la ciudad ya no puede recorrerse a pie, ni tiene una forma clara, ni una arquitectura uniforme, ha evolucionado hacia otro estado, más analizable casi desde la sociología que dese la arquitectura; en cierto modo, más cerca de la máquina para habitar que de la arquitectura como objeto independiente.
Al igual que en el caso de las ciudades europeas, Tokio (de forma más acelerada) se enfrenta ahora a una nueva fase: el gran crecimiento de población del “baby boom” ha llegado a la edad anciana y en unos años desaparecerá, con lo que la ciudad puede perder habitantes. ¿Podremos aprender algo de Tokio, que nos lleva la delantera por un poco?
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