El Ayuntamiento de Madrid ha contado históricamente con un conjunto de edificaciones destinadas al uso de mercado; hasta la década de 1980 estos mercados asumieron una parte importante en el abastecimiento de productos frescos a la población, pero la extensión del automóvil y la implantación de grandes hipermercados en periferia detuvo la creación de estos establecimientos y provocó su declive. Hace unos cinco años el Ayuntamiento decidió la creación de un nuevo mercado municipal, por primera vez en décadas, para dar servicio al nuevo Ensanche de Vallecas (un barrio diseñado sin comercio en plantas bajas de las edificaciones), y la revitalización de los mercados existentes a través de una doble estrategia: por un lado, la introducción de supermercados de mediano tamaño como complemento a los mercados tradicionales para mejorar su atractivo, y por otro la transformación de los mercados de San Antón y San Miguel en espacios gourmet (que ahora tienen que hacer frente a la crisis y su impacto en el consumo de dichos productos), en los que la preocupación por la alimentación local no es central (aunque se promocionan los productos locales).
El Mercado de San Miguel es un edificio de hierro de 1916, cercano a la plaza mayor y desarrollado en una planta única. No hay un gran espacio central, dado que los puestos estan organizados en pasillos, pero las fachadas de vidrio permiten a los turistas que visitan el centro de Madrid une buena vista de muchas cosas ricas.
El mercado de San Antón fue reconstruido con una organización diferente; la primera planta se dedica a la venta de productos de alimentación, mientras que las siguientes corresponden a restaurantes temáticos. En caso de visita, en la planta más alta hay vistas (aunque un poco limitadas) sobre los tejados de Chueca.