Tras ver diversas aproximaciones a la cuestión en varias ciudades, una mirada hacia Madrid. Consultando los datos del Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid, y analizando cinco cultivos relevantes para la dieta común en la ciudad (trigo, maíz, patatas, uvas y aceitunas), es claro que en los últimos 25 años la superficie cultivada se ha reducido sustancialmente, salvo en el caso del olivar. Las producciones también han descendido en muchos casos, aunque tienen un carácter más errático (la agricultura es una actividad económica y los agricultores van sembrando en función de sus previsiones de beneficio). Los rendimientos en toneladas por hectárea tienden a elevarse.

Evolución durante los últimos 25 años del rendimiento agrícola por hectárea en la Comunidad de Madrid
En resumen, en una hectárea, y tomando la media de los últimos 25 años, se pueden producir:
- 2,24 Tm de trigo o
- 9,75 Tm de maíz o
- 25,08 Tm de patatas o
- 2,56 Tm de uvas o
- 0,50 Tm de aceituna
El parque del Retiro, en el centro de Madrid, mide poco más de 100 hectáreas. Para redondear, se considerará esa cifra. Si el Retiro se dedicara íntegramente a plantaciones (esto es sólo un ejercicio mental, no es una propuesta…), cada uno de los 1.075.000 habitantes del área central (ámbito del Proyecto Madrid Centro) podría comer, por cada cosecha:
- 208 gramos de trigo o
- 907 gramos de maíz o
- 2,33 kg de patatas o
- 230 gramos de uvas o
- 46 gramos de aceitunas
Aunque es cierto que se presentan ejemplos en los que las productividades de huertos urbanos son más altas que las de los cultivos habituales, tampoco es seguro que el suelo del Retiro fuera tan apropiado como las tierras habituales de cultivo…
Dicho de otro modo, por cada m2 de huerta urbana, aplicando estas mismas cifras, en Madrid se obtendrían:
- 224 gramos de trigo o
- 975 gramos de maíz o
- 2,5 kg de patatas o
- 256 gramos de uva o
- 50 gramos de aceitunas
Esto no quiere decir que la agricultura urbana no tenga sentido en Madrid, sino que es preciso entender su capacidad real de producción y que sus funciones van más allá de lo alimentario, para incluir también sus efectos sociales y en términos ambientales.