Esta semana he tenido la oportunidad de hablar con un grupo de arquitectos y urbanistas (vinculados a la ifhp, principalmente daneses) de vista en Madrid. Como siempre, hablar con colegas de fuera es interesante. He visitado Copenhague en 2002, y me pareció una ciudad interesante, con un urbanismo bastante atractivo. Viendo el mapa de la ciudad y sus tejidos urbanos, del Urban Atlas de la Agencia Ambiental Europea, es interesante darse cuenta de que ese urbanismo interesante:
– No responde a una forma geométrica prefijada y regular, sino a adaptaciones a circunstancias geográficas, o a las sucesivas secuencias de crecimiento.
– Esta marcado por discontinuidades en el tejido residencial provocadas, tanto por equipamientos e infraestructuras (gris, violeta)
– Muestra densidades variables: la centralidad es clara, pero no nítida geométricamente (el rojo indica tejidos residenciales densos, los tonos de naranja son tejidos de menores densidades).
Y esto (que pasa en la mayoría de las ciudades, ya sea bueno o malo su urbanismo) lleva a la cuestión de la densidad y su medición; la manzana (cuadra al otro lado del Atlántico) es un ámbito adecuado para ciertos cálculos, pero el barrio aparece como unidad igualmente pertinente, siempre que haya acuerdo sobre sus límites. Otra conclusión es que el buen urbanismo es una cuestión de coherencia y de calidad en diferentes escalas, pero no necesariamente de una regularidad total.