Hay puertos que aprovechan un espacio naturalmente protegido, capaz para acoger los barcos que en ese momento se utilizan; Brujas o Gante fueron en su momento puertos importantes, pero el aumento del tamaño de los barcos y el cierre de sus estuarios por sedimentación han hecho que esto sea ya historia. Y hay puertos que lo son porque están en bahías sencillamente espectaculares, en las que cabría una flota entera; cuando se rodean de un área metropolitana, el resultado puede ser sencillamente espectacular en términos de paisaje y complejidad urbana. Grandes puentes con trazados extraños (la idea de que un puente conecta dos puntos por la línea más corta no suele aplicarse, porque a veces hay trayectos que aprovechan islas o arrecifes para sus apoyos), la competencia por el uso de los suelos llanos del borde acuático (muelles, aeropuertos, industrias, infraestructuras…) y un relieve complejo e impresionante están presentes.
Lisboa es una de las ciudades más impresionantes en términos de relación paisaje- tejido urbano de la península ibérica y de toda Europa. Da salida al mar a una cuenca hidrográfica que cubre una parte importante del centro de la península ibérica. El estuario del Tajo se ensancha en el Mar de la Paja antes de pasar por el estrecho entre Almada y Alcántara, creando una puerta al mar que, por su dimensión, es a la vez cierre y apertura visual. El imperio pasó hace ya tiempo, pero sus restos construidos siguen siendo interesantes: la plaza del Comercio es un ejemplo de calidad de arquitectura abierto al Tajo, pero no resulta opresiva.
San Francisco tiene una bahía aún mayor, formada por la confluencia de los ríos Sacramento y San Joaquín. Es la salida natural al mar de gran parte de las aguas del valle central de California. Aunque el centro de la ciudad está cerca del canal del Golden Gate hacia mar abierto, la relación visual con este es menos directa que en Lisboa. A cambio, la menor dimensión transversal de la península hace que exista una fachada urbana (de una densidad relativamente baja, y nada formalizada) hacia las playas de mar abierto. Por otra parte, hay rascacielos importantes, pero no se aprecia ningún espacio con la presencia escénica de la Plaza del Comercio de Lisboa; la imagen, como en muchas ciudades americanas, se configura más por la agregación de fragmentos que por un proyecto arquitectónico clásico. Algunos proyectos como la estación de alta velocidad han tenido formulaciones potencialmente impactantes en el paisaje urbano, pero no en relación con el mar, donde una de las actuaciones recientes más importantes ha sido sustractiva: el fin del viaducto de la autopista del Embarcadero.
Rio de Janeiro configura un paisaje urbano de una enorme complejidad, reconocido recientemente con su inclusión en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. El proyecto de transformación de Porto Maravilha pretende, entre otras cosas, transformar un sector portuario, pero aquí el espacio representativo de la ciudad ante el agua es realmente la playa, sin que eso quiera decir que Copacabana sea el centro; es una imagen conocida y un lugar transitado, pero no necesariamente el centro urbano como se entendería en otros países. En términos socioeconómicos, Rio aún acusa, décadas después, el impacto de la pérdida de la capitalidad federal en beneficio de Brasilia.